CUBA
La isla de Cuba representaba para España uno de sus territorios más ricos en potencia. Durante el siglo XVIII se había desarrollado una política económica basada en las inversiones masivas en plantaciones de azúcar, tabaco y café, productos muy apreciados en Europa.
El auge económico había creado una aristocracia terrateniente criolla y una clase comercial rica con afanes expansionistas. Pero sus sentimientos separatistas se disiparon ante el temor que les inspiraba la revolución de Haití. Dado que la población negra, esclava o libre, superaba a la blanca, el criollo se mantuvo dubitativo durante décadas y prefirió la garantía de orden que implicaba la presencia del poderío español. Mientras el continente hispanoamericano se separaba de España, Cuba prefirió no seguir sus pasos. La oligarquía criolla no deseaba perder sus privilegios ni sus esclavos, base de su economía y de su jerarquía social.
Durante el gobierno de Luis de las Casas, a fines del siglo XVIII, se advirtieron los primeros movimientos favorables a la independencia. El primero provino del negro libre José Antonio Aponte, cuya conspiración antiesclavista fue sofocada en 1812. Para calmar los ánimos y evitar lo que sucedía en sus otras colonias, España suprimió el estanco del tabaco y concedió una cierta libertad de comercio.
En 1820 vuelve a proclamarse la Constitución de Cádiz. Cuba envió a Cortes tres intelectuales encabezados por Félix Varela, quien pidió la abolición de la esclavitud y el reconocimiento de la independencia americana. El retorno del absolutismo fernandino en 1823 obligó a los tres diputados a refugiarse en Estados Unidos. Varela se convirtió así en el forjador de la conciencia independentista y cívica de la isla.
Los agentes de la Gran Colombia, infiltrados en el país, introdujeron la conspiración de los Soles y Rayos de Bolívar, duramente reprimida en 1823. También la sociedad secreta mexicana del Aguila Negra se proponía eliminar la amenaza que representaba Cuba, como base española en América. El fracaso del Congreso Panamericano de Panamá (1826), de inspiración bolivariana, abortó estos proyectos. Francisco de Agüero y Manuel Sánchez, insurrectos precursores de la independencia, fueron ajusticiados en Camagüey en 1826.
En 1833 la metrópoli envía a Cuba como capitán general a Miguel Tacón, que gobernó con mano de hierro y se ganó el odio de la clase ilustrada criolla por el destierro que impuso a ilustres intelectuales como José Antonio Saco, de ideales autonómicos y antiesclavistas.
Durante el gobierno del general Leopoldo O’Donnell, en 1844 se reprimió una supuesta conspiración de esclavos, llamada de La Escalera. O’Donnell aprovechó para mezclar en ella a intelectuales moderados como José de la Luz y Caballero y Domingo del Monte, para desembarazarse de ellos.
Los primeros hechos de armas importantes tuvieron lugar a mediados de siglo. Los promovió un general español de origen venezolano, Narciso López, quien preparó unas expediciones financiadas por los intereses anexionistas norteamericanos, una en 1850 y otra en 1851, ambas fracasadas. López murió ajusticiado.
Joaquín de Agüero en Camagüey e Isidoro Armenteros en Trinidad, se sublevaron en 1850 para independizar el país, con escaso éxito.
El auge económico había creado una aristocracia terrateniente criolla y una clase comercial rica con afanes expansionistas. Pero sus sentimientos separatistas se disiparon ante el temor que les inspiraba la revolución de Haití. Dado que la población negra, esclava o libre, superaba a la blanca, el criollo se mantuvo dubitativo durante décadas y prefirió la garantía de orden que implicaba la presencia del poderío español. Mientras el continente hispanoamericano se separaba de España, Cuba prefirió no seguir sus pasos. La oligarquía criolla no deseaba perder sus privilegios ni sus esclavos, base de su economía y de su jerarquía social.
Durante el gobierno de Luis de las Casas, a fines del siglo XVIII, se advirtieron los primeros movimientos favorables a la independencia. El primero provino del negro libre José Antonio Aponte, cuya conspiración antiesclavista fue sofocada en 1812. Para calmar los ánimos y evitar lo que sucedía en sus otras colonias, España suprimió el estanco del tabaco y concedió una cierta libertad de comercio.
En 1820 vuelve a proclamarse la Constitución de Cádiz. Cuba envió a Cortes tres intelectuales encabezados por Félix Varela, quien pidió la abolición de la esclavitud y el reconocimiento de la independencia americana. El retorno del absolutismo fernandino en 1823 obligó a los tres diputados a refugiarse en Estados Unidos. Varela se convirtió así en el forjador de la conciencia independentista y cívica de la isla.
Los agentes de la Gran Colombia, infiltrados en el país, introdujeron la conspiración de los Soles y Rayos de Bolívar, duramente reprimida en 1823. También la sociedad secreta mexicana del Aguila Negra se proponía eliminar la amenaza que representaba Cuba, como base española en América. El fracaso del Congreso Panamericano de Panamá (1826), de inspiración bolivariana, abortó estos proyectos. Francisco de Agüero y Manuel Sánchez, insurrectos precursores de la independencia, fueron ajusticiados en Camagüey en 1826.
En 1833 la metrópoli envía a Cuba como capitán general a Miguel Tacón, que gobernó con mano de hierro y se ganó el odio de la clase ilustrada criolla por el destierro que impuso a ilustres intelectuales como José Antonio Saco, de ideales autonómicos y antiesclavistas.
Durante el gobierno del general Leopoldo O’Donnell, en 1844 se reprimió una supuesta conspiración de esclavos, llamada de La Escalera. O’Donnell aprovechó para mezclar en ella a intelectuales moderados como José de la Luz y Caballero y Domingo del Monte, para desembarazarse de ellos.
Los primeros hechos de armas importantes tuvieron lugar a mediados de siglo. Los promovió un general español de origen venezolano, Narciso López, quien preparó unas expediciones financiadas por los intereses anexionistas norteamericanos, una en 1850 y otra en 1851, ambas fracasadas. López murió ajusticiado.
Joaquín de Agüero en Camagüey e Isidoro Armenteros en Trinidad, se sublevaron en 1850 para independizar el país, con escaso éxito.



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